domingo, 7 de enero de 2018

Hojas secas

En las noches su alma contenida se rebela, y ella la sosiega siempre con palabras.
No puede dormir, camina hasta el comedor, toma un libro y se recuesta en el sillón que da al ventanal del patio de atrás.
Lo aprieta con fuerza contra ese cuerpo que de niña aún no era una prisión.
Intenta leer, no puede, lo aprieta más fuerte en busca de una historia que escurra entre sus páginas.
El cansancio le gana. Apoya la cabeza, se duerme, y sueña con los juegos de niña en el patio de atrás.
El libro, con sus hojas de otoño, velará esta noche el reposo de su alma cansada.

10 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Debería hacer algo.
Va camino de estrellarse.

Eme dijo...

Ay, Toro! tal vez el libro que eligió tenga instrucciones para un buen aterrizaje.
Besos

guille dijo...

Hay que regar el animo para que las hojas otoñales florezcan como en primavera.

Hay libros que ayudan.

Rebelarse contra lo que nos es insuficiente, también.

f dijo...

"la noche se te cuela en la razón..."

se extraña esa alma de niña en este cuerpo de adulta?

Dana dijo...

Alma contenida, alma cansada...pobre alma. Que suerte que los libros siempre velaran por ella.

Niña, vuelve del patio.

Besos Eme, espero que hayas empezado muy bien el año!

Eme dijo...

A regar el ánimo, entonces! Sobre todo porque acá es verano y este calor no ayuda mucho a la rebelión.
Un beso, Guille.

Eme dijo...

"Desvives lo vivido y tienes sed..."
Lo amo.

Tengo que bajarme canciones del señor darno, qué letras!

No, f, esta alma adulta está bien como está, con el cuerpo que le corresponde. Es un texto viejo, de los rescatados, es el ventanal... tiene algo.

Eme dijo...

Jaja, es verdad, pobre alma cascoteada. Bueno, vos le hacés cosas a tus personajes, yo a mi cuerpo y alma.

La niña sigue en el patio. Antes no hacía caso, ahora menos.

Besos, Dana! Espero que vos también. Y ahora me voy a fijar si volvió Eva...

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Rl cansancio fue lo que le permitió dormir y alcanzar ese sueño.
Besos

Eme dijo...

Sí, Demiurgo, se tenía que entregar a ese sueño.
Besos