viernes, 13 de julio de 2018
Hoy le prendí fuego a mi último Horla.
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Eme
Recorrí los libros de mi biblioteca con una sola mirada.
Acaricié los lomos uno a uno y ahí lo vi, como a un viejo fantasma.
Lo saqué con reparo (miedo de volver a leer).
Lo abrí en esa primera página.
Repasé por última vez las heridas que dejaron tus trazos sobre el papel.
Esa mentira dulce y dedicada.
Me detuve en ese Siempre imaginario.
No sé qué estabas pensando, qué necesitabas decir, qué esperabas. Pero todavía estaba ahí.
Cerré el libro y lo tiré al tacho de lata, junto a mis libretas mamarrachas.
No dudé: rocié todo ese menjunje de palabras dislocadas,
y encendí la llama.
Para Meri, mi editora favorita.
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12 comentarios:
Hay libros que yo no vuelvo a abrir.
Me suena a encontrar una vieja dedicatoria que con el paso del tiempo contiene mas mentira que verdad.
Una buena solución pasar por el fuego lo que despierta a los viejos fantasmas.
Si se pudieran quemar los recuerdos...
Ojalá.
Será que la única forma que tenemos de terminar con algo sea esa?
Gracias por los mates!
Y por hacerme probar esas tortillas que me envuelven en humo.
Un beso!
Saludos a Ray Bradbury!
Sí, Silvia, hay libros que son peligrosos y es mejor no abrir. Besos.
Guille: Seguramente tuvo su momento de verdad.
Una buena solución, seguro. También se los puede hacer a la parrilla y ponerles limón.
Si se pudiera.
Besos, Toro.
Será.?
Muy ricos los mate con vos, Dana!!
Besoo
Guy de Maupassant se pondría más contento, Frodo.
Recuerdos que duelen...
Hola, me quedo por aqui a leerte, que bueno encontrar una bloguera de Buenos Aires, besos
Gracias, Hanna, me alegro que te quedes por aquí.
Seguro nos terminamos juntando a tomar mate, jaja, como con Dana.
Besoss
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