martes, 5 de agosto de 2025

Parece fácil

Abrocharme el corpiño. Ponerme una remera y arriba un buzo, porque hace frío. Calzarme las zapatillas. Meter un brazo en la campera y después el otro. Cosas de todos los días. Mantener el equilibrio. No caerme contra la cajonera de madera y golpearme la espalda. Recordar que la alarma sonó recién para que me tome los medicamentos. Tomar los medicamentos sin atragantarme: cinco en la mañana, tres en la tarde, dos en la mediatarde, cuatro en la noche. Me parece fácil y que lo podría hacer siempre, cualquier día, todo el tiempo. Cómo no puede ella abrocharse el corpiño, mantener el equilibrio, recordar por qué sonó la alarma, meter un pie en la zapatilla, meter el otro, tomar todos los medicamentos que yo no tengo que tomar. Por qué no puede, si a mí (todavía) me resulta fácil. 

domingo, 27 de julio de 2025

Un sueño más o menos así

Hoy nos vemos. Programamos el encuentro por WhatsApp días atrás. Te paso a buscar por tu casa, como habíamos quedado. Hace mucho que no estamos juntos. Demasiado. Cuando nos encontramos, algo se tensa. Me abrazas fuerte con esa calidez que te pertenece. 

Un hombre llega e interrumpe justo cuando estás por besarme. Tiene una mochila enorme, pienso que es hippie, que está de viaje. Se acerca a mí y me dice que te deje, que hace mucho que no te ve.

Vos no decís nada. Me quedo perpleja. Quiero decirle que no, que yo también hace mucho que no te veo, pero no me salen las palabras. Espero que le digas algo, pero no abrís la boca. Me desconcierta tu actitud.

Te agarra del brazo, te arrastra hacia la calle, te habla. Vos me mirás de reojo, tus ojos dicen que no podés hacer nada.

Intento retenerte con la mirada. El hombre te lleva y te habla, vos le respondés, se ríen. Él me mira con sorna. Con cara de triunfo te aleja de mí. Ustedes caminan juntos, pegados, se mezclan entre la gente, y yo voy un poco más atrás.

En el camino, me cruzo con una mujer, me saluda, voy charlando con ella, siempre mirando hacia donde están ustedes. Vos también me mirás, pero te dejás arrastrar. Yo voy perdiendo la esperanza de tenerte. Vos seguís sin hacer nada.

Sigo caminando, pero ahora el espacio entre nosotros se agranda todavía más. Ustedes van adelante, como si fueran un solo cuerpo. Yo quedo atrás, observando, atrapada en un limbo donde no soy parte de nada. 

Cada paso que doy es un paso en falso. Quiero correr, pero la espesura de la distancia no me permite avanzar.

El ruido de la calle llena mis oídos. Las voces de la gente se mezclan en un murmullo lejano, como si no tuvieran importancia. Solo importa la imagen de ustedes dos, recortados en la multitud, cada vez más lejanos.

Mi mente intenta aferrarse a recuerdos, a momentos en los que todo era distinto, cuando tus manos me tocaban como si el tiempo no existiera. Pero esos recuerdos se desvanecen, flotan en el aire, imposibles de alcanzar.

Te miro de nuevo, con desesperación. Tus ojos no me ven, no me buscan. Solo ves al hombre que te acompaña, esa figura que ahora se interpuso entre nosotros de una manera definitiva.

La gente sigue caminando a mi alrededor. Algunos me empujan, otros ni me notan. Soy una espectadora de algo que no puedo tocar. Quiero llamarte.

De repente, el hombre se detiene y te habla al oído, te reís, esa risa que nunca me perteneció. Me doy cuenta de que ya no soy parte de tu vida, que esa conexión que alguna vez existió se fue deshilachando.

Y yo me quedo atrás. Sin tiempo ni espacio para nosotros.

miércoles, 23 de julio de 2025

Percepción a conveniencia

Algunas personas perciben el valor del dinero según les conviene.

Conozco a una que va a la verdulería y tres mil pesos le parece un montón. ¡Carísimo! Pero cuando le toca cobrar, un millón ochocientos mil pesos por un solo trabajo le resulta poco y ¡No puedo pagarle más a la que limpia! Y el verdulero, ¿qué se cree, che?


Pero siempre vuelve

Tengo un extrañar chiquito, lento y suave. A veces llega de noche, mientras escribo y la pava silba. 

Entonces le digo que no, ahora no, que tenés que esperar. Y se acurruca a un costadito. 

Ahí se queda paciente. Porque mi extrañar es doméstico y tranquilo.

Cuando termino, se mete a la cama conmigo, se hace un bollito, lo abrazo, lo entibio y nos quedamos dormidos.

A la mañana, abro los ojos y mi extrañar ya no está. Sale a pasear, se pierde, con los primeros rayitos de sol.

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domingo, 5 de enero de 2025

Crónicas costeras 6 - Mini

Con Mini, la vecina de mi hermano, tomamos vino y comimos duraznos frescos en la galería de su casa.

Nos conocimos y me invitó. Nos contamos de todo. Ella tiene 74 años, 20 más que yo, pero mucho mejor llevados. 

Disfruta de los pequeños rituales: abrir el vino. Preparar el fuego con ramas y piñas del bosque. Asar los churrascos "a punto". Preparar la ensalada. Comer siempre en el patio.

Me contó de sus amores, de su militancia siempre activa, de la cooperativa que formó con algunos vecinos en Buenos Aires. 

Mini es alegre, anoche se fue de fiesta al club de jubilados. Me invitó, pero no tuve ganas. Hoy quiere estar presente en un acto por la memoria que se hace en otra localidad costera. Me viene a buscar. Ayer me dijo: Vamos.

viernes, 3 de enero de 2025

¡Qué ambiciosa!

Quise todo y para siempre.
Tanto que no lo supe explicar. 
¿Qué querés?
Todo. 
¿Qué es todo?
Todo. Quiero todo y para siempre. 
¿Para siempre?


Pero todo y para siempre es demasiado. 

🤸🏼‍♀️