no era más que un deseo
carente de sobriedad.
La tarde había pasado y nada.
La noche se almidonaba en alcohol.
En otro momento se hubiese entregado a la escritura deshilachando palabras,
le hubiese contado que no aguantaba más nada.
Que la vida se había convertido en un cuarto silencioso,
que los mates no eran más que un rito solitario de
yerba y agua.
Pero ¿para qué?
Para qué contarle.
Todo lo que ahora hace es premeditado,
lo sopesa, lo evalúa y se pregunta ¿para qué?
Aunque ganas no le faltan
de esgrimir una pregunta
-sin pensar-
que le devuelva el caos.
de esgrimir una pregunta
-sin pensar-
que le devuelva el caos.
12 comentarios:
El "para qué?" es una mala pregunta... si la haces en serio y muchas veces te das cuenta de que nada tiene sentido.
A veces -no siempre- es preferible el caos a la realidad plana y sin expectativas de mejora.
Es como casi todo. A veces, no siempre.
Tal cuál, Toro. Yo la uso cuando hace falta, cuando hay que medir. Otras, en cambio, me animo a esgrimir el por qué no. Y que venga el caos.
Claro, Guille, la medida, para mí, siempre es el otro. Que, en todo caso, el caos sea mío.
Que tengas un feliz día de domingo
Muchas gracias, Trini. En eso andamos.
Lo mismo para vos!
Me ha encantado este texto, y ese debatirse entre el control y el caos. La respuesta fácil, supongo, es que la clave está en el término medio. Pero es que además de ser la respuesta fácil, creo que es la verdadera.
Supongo :D
Gracias, Angeles. Creo que la protagonista es un poco extremista, jaja.
No conoce términos medios.
Beso.
la cuestión es si querés estar en silencio o no...
Ese es el problema, no siempre quiere pero, ¿para qué?
Es gente jodida, jajajaja.
Siempre hay una tendencia interna al caos...que cosa....es casi inevitable (CASI).
Me encantó, como siempre.
Tal cual: Casi. Hacemos lo que podemos.
Gracias linda!
Besote.
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