Dormir la siesta es mi mayor acto de rebeldía. Tarde por medio, mientras me refriego contra el colchón cual gato querendón, me recorre el placer malsano de imaginarme la autopista atascada, rezumando gases malignos, contaminación sonora, impuntualidad, desesperación; los ojos arrugados del administrativo del piso 19 que no supo renunciar cuando tenía que hacerlo, quince años atrás; la calefacción perezosa haciendo lo que puede en el salón de ventas; las puteadas de clientes homicidas por las líneas del call center, las amenazas de una señora sudorosa y mal teñida en el mostrador de Claro, Personal, Movistar; alguien muy joven y vapuleado trayendo el libro de quejas. Cosas así.
Y en ese estado mental, tarde por medio apilo mis dos almohadas y abro bien la persiana antes de acostarme boca abajo y caer en la inconsciencia.
Sólo después de que suena el despertador, pienso en qué hacer de cenar y dónde conseguir las mejores ofertas para estirar la plata una siesta más.
Por Marilú
Columna: Mundo pañuelo - publicada en Qu N°19, abril 2017
8 comentarios:
Quien sabe incluir la siesta entre sus prioridades es quien sabe que prioridades son a las que no hay que renunciar: A vivir bien y satisfactoriamente.
me gusta tu manera de pensar ...al dia
gracias por compartir tu rutina
Claro que sí, Guille, esa es mi amiga.
Besos!
Gracias a vos, Recomenzar, beso grande y buen sábado.
Me levanté de una siesta a persiana abierta hace media hora...que lindo leer justo esto.
Otro beso. Ya te dejé como tres...jaja.
Es algo que hay que hacer, en algunas ocasiones.
Saludos.
Muy bueno. Espero no terminar como el del piso 19. Supongo que hace un par de años nomás se me cruza el renunciar...
¿cuántas siestas más me voy a perder?
Beso!
ni te digo si en vez de dormir...
Frenar en un mundo tan acelerado es un gran acto de rebeldía.
Publicar un comentario