Empiezo de atrás para adelante
porque cuando uno va atando cabos
es así.
Primero me rechazó mi casa.
Pensé que se había hartado
de lo tonta.
Me hizo rebotar
en cancha ajena
como pelota.
Después la casa de al lado
rechazó al gatito
a la chica y a su actual ex.
El torbellino se armó
pim pum pam
Y en minutos no quedó nada.
La casa de enfrente
revoleó cajas por la ventana
cosas tan viejas como la doña misma que la habitaba.
En la esquina se oyó un silbido
la morada del zapatero abierta de par en par
y el viento patinando a sus anchas sobre las lajas.
En la otra punta
donde Melinita
la casa embutió la pileta:
metió los columpios
las reposeras
y rellenó todo con tierra.
Las casas del barrio se volvieron locas
¿o seré yo? Que me quedé
cuando hasta el tiempo me dio la espalda.
3 comentarios:
Casas rebelándose contra sus ocupantes.
Sería algo extraño, nada confortable.
Besos.
Ya lo creo, Demi querido. Pero así lo sentí hoy.
Besos.
Me encanta el poema.
Te lo robaría, ya sabes...
Qué imágenes tan fuertes... la revolución de las casas.
Genial!!!
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