Hernán Casabella, periodista, poeta y editor, me invitó hace
un tiempito a responder las preguntas de su sección Confesiones intrusas
de una poeta irreverente. Comparto por acá.
Confesiones intrusas de una poeta irreverente (con
foto ocurrente)
Hoy: Mirtha Care
Por: Hernán Casabella
Mirtha Caré es periodista en El Café Diario, y está a cargo de las secciones literarias Libros con Eme y Minuto Lector. Forma parte del estudio de corrección y edición agua ardiente (sí, en minúsculas). Y colabora en Burak, espacio cultural independiente. Durante casi diez años fue columnista y productora de revista Qu, publicación en papel de literatura y artes plásticas. Es madre, bloguera, cazapalabras y mateadicta. Algunos de sus poemas fueron publicados —por error, cree—en diversas revistas de Argentina y España. Actualmente está tramando un libro de poesía.
(Actualización. Tiene un libro de poesía publicado: Ataca
Kamchatka, por la editorial Esa luna tiene agua, mayo 2022).
¿Qué es lo que vuelve trascendente a un poeta?
Se me ocurre que tener una voz reconocible. Y saber, como dice mi querido amigo
el poeta Jorge Curinao, amurar las palabras, llegar al hueso. Que sus versos,
por ejemplo, vuelvan con la lluvia: “Daría la mitad de mi vida / por oír su
corazón bajo la lluvia. / De eso se trata. / Es nada más que esto en la casa de
frío…” (Isidoro Blaisten).
Un libro… Es tan difícil elegir uno solo. Voy a mencionar el que
estoy leyendo ahora que me gusta muchísimo y, además, me da la sensación de
estar haciendo trampa, porque es un libro pero a la vez son muchos, ya que se
pasea por la obra de varias poetas: Un rayo a tiempo, de Raquel Graciela
Fernández. Y sí que es cierto lo que dice Darío Falconi en la contratapa: “No
quedarás indemne cuando este rayo te golpee”.
Un amante famoso... Una amante que admiro. Marguerite Duras. Porque
a pesar de todo lo que le dolía el mundo, amó. Y se dejó amar con todo el
viento en contra.
Una ciudad... Dos. La Ciudad de Buenos Aires, el microcentro, con
toda su furia. Y otra cualquiera, pero que tenga mar, o al menos una brisa
mentirosa que lo recuerde.
Una película... Nunca me acuerdo los nombres. Me gustan mucho las
de contenido social. Ahora se me viene Capitanes de la arena, basada en el
libro homónimo de Jorge Amado. Trata de las injusticias que viven los niños en
situación de calle en una ciudad de Brasil. Aunque puede ser en cualquier
parte.
Una delicia... Charlas en la cocina. Tortilla de humo y limón con
mate con amigas. Una cerveza, un lápiz y un papel. Leer en el tren. Lemon pie.
Limón.
Una canción... No hay una en particular, mi gusto va cambiando por
temporadas, tampoco es que escuche demasiada música. Aunque, ahora que lo
pienso bien, hay una que canto siempre que toca pedalear cuesta arriba: Don't
Worry, Be Happy.
Un gusto... Tomar mate descalza y leer al sol. Sacar fotos a las
frases pintadas en la calle. Conocer la vida de las personas. Difundir el
trabajo de los otros.
Una bebida… Ron de miel, comprado en la feria artesanal de Cuidad
Jardín, mi barrio.
¿Qué le dirías a Verlaine?
Que venga al oeste, a tomarse “un traguito a lo de Carlitos”. Aunque,
probablemente, ese bar tampoco exista ya. Y sólo quede su slogan en una pared.
¿Nos recitás unos versos que den cuenta de tu primer beso?
Besos sin boca frente al río.
Guardapolvos de celeste cuadrillé,
corbatitas celosas en la ribera.
Pies descalzos, mejillas de tierra y sol.
Tu última mentira: Los versos que dan cuenta de mi primer beso. La
verdad es que no me acuerdo de mi primer beso.
¿No te queda la sensación de que la poesía se olvida?
No si te marca. Todavía recuerdo un poema que estudié en la primaria. “El nido
de cóndores” de Olegario Víctor Andrade. No lo recuerdo entero porque es
larguísimo, pero cada tanto viene a mí y siento la necesidad de buscarlo. Para
volver a ser hija. Con mi familia escuchándome recitarlo de punta a punta y
viéndome hacer monerías. El inicio dice así:
En la negra tiniebla se desata,
Como un brazo extendido hacia el vacío
Para imponer silencio a sus rumores,
Un peñasco sombrío.
Vamos a una tradicional: Noche de bodas, quién lleva en brazos a
quién:¿Rimbaud a Lorca o al revés?
No sé, no quiero ver esa noche de bodas.
Juro por Verlaine ¡Que no quiero verla!
Pero si la veo el infinito amor permanecerá en mi alma.
¿A qué poeta releés casi hasta el hartazgo?
No hasta el hartazgo, pero cuando necesito luz vuelvo a Walt Whitman y a
sus Hojas de hierba.
¿Cómo se lleva tu poesía con el insomnio, con las noches, con los vicios?
Mal, muy mal. Como me llevo yo con la noche, los vicios y el insomnio.
Cualquier cosa que intente escribir no me sale y me frustra. A lo sumo anoto
alguna idea, una palabra. Si por mí fuera, puede la noche darse por abolida.
¿Qué tres poetas reeditarías?
No soy partidaria de la reedición, creo que hay que dar espacio a las voces
nuevas. Pero haría una excepción con Delfina Goldaracena. Una joven poeta a la
que le arrebataron la vida a los dieciséis años. Y que a los seis ya sentía
así: Las flores que gritan el silencio / como los árboles que tiran / los
gritos al silencio.
¿Cuál es tu opinión sobre los recitales de poesía?
Me gusta mucho conocer otras voces. Me gustan los eventos bien armados. Y si se
combina la lectura con otras artes, mejor. Un recital de poesía no tiene por
qué ser aburrido.
Nombrá tres poetas en lengua castellana y tres en otras lenguas que admires.
Tres que se me ocurren ahora. De lengua extranjera no estoy muy actualizada,
voy con Walt Whitman, Denise Levertov y Dylan Thomas. Y de lengua castellana
voy con tres actuales: Alejandra Pérez Tujague, Jorge Curinao y Natalia
Litvinova.
¿Utilizás tu condición de poeta para ejercer la seducción? Detalle.
No, ni siquiera creo tener tal condición. Cuando escribo, ya sea un poema, una
reseña, una entrevista, busco retratar, de lo que veo, aquello que me seduce.
Dejar un registro.
¿Qué cinco poemas te resultan movilizadores?
En este momento se me ocurre uno solo. De Dylan Thomas, que empieza así:
No entres dócilmente en esa buena noche,
Que al final del día debería la vejez arder y delirar;
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.
¿Por qué no se escribe más en modo rimado?
Sí se escribe rimado, aunque menos. Y con métrica también. Conozco algunas
personas que lo hacen, como María Staudenmann, mi amiga y coequiper de muchas
aventuras literarias. Que, además de hacerlo bien, escribe unos poemas
preciosos.
¿Con qué tres poetas argentinxs compartirías una cena? ¿Y qué libro de otrx
poeta argentinx le regalarías a cada unx?
Haría un despelote bárbaro de libros y cenaríamos todos juntos.
A Francisca Mauas le regalaría No hay más vuelos reales de Sandra
Patricia Rey. A Sandra le regalaría La actualidad de la bella de
María Evangelina Vázquez. A María Evangelina le regalaría Los álamos
cantan en el viento de Jorge Curinao. A Jorge le regalaría En el
hueco que queda de Giselle Aronson. A Giselle le regalaría Carcaj de
Marcelo Filzmoser. A Marcelo le regalaría Una sombra entre nosotros de
Francisca Mauas.
¿Con qué poeta te irías una noche de gira?
No me gusta la noche, así que no me iría de gira. Iría a tomar una merienda a
algún bar de esos lindos que hay en San Telmo o en La Boca con mi amigo, el
poeta santacruceño Jorge Curinao. O a su sur ventoso a comer un rico asado y a
hablar de poesía.
¿Qué opinas de la poesía argentina de la última década?
Me gusta mucho. Hay una enorme variedad. Gracias a Qu (revista de la que fui
parte durante casi 10 años) tuve la oportunidad de conocer excelentes poetas de
todo el país. Ahora lo sigo haciendo porque mi actividad periodística me
acerca, pero esa fue una época de nutrirme de mucha poesía.
¿Realizás un trabajo poético constante o preferís la inspiración?
La inspiración sirve en un primer momento para esbozar unas líneas, después hay
que trabajar. Encontrar el silencio o la palabra. Pocas veces lo logro.
¿Qué opinás de eso llamado slam de poesía?
Me encanta. No podría participar en uno. Pero admiro a aquellas personas que lo
hacen. Me provoca fascinación.
Poesía y vida, ¿no ocurre más eso de vivir poéticamente? ¿Se terminó vivir a
lo Rimbaud?
¿Hay que vivir a lo Rimbaud para vivir poéticamente? Yo creo que no. Se vive poéticamente
cuando se descubre la poesía en lo cotidiano, de modos inesperados.
Dos poemas tuyos:
Latidos sin corregir
Tal vez sea esto nomás
y olvidarse de las ganas.
Que ya a estas horas.
Que ya oscureció.
Cebarme un mate
aunque el agua esté fría.
Transcribirte en mi cuaderno
a punta de lápiz,
seguirte el ritmo —a veces— endiablado
aprenderte de memoria y recitarte.
Hacer dos pasos descalza,
mirar por la ventana.
Y la gotera y los chicos y el cansancio.
Que ya está bien.
Que ya no puedo bailar en puntas de pie.
Y que tal vez
sea esto nomás.
Volver al texto:
leerte, releerte, subrayarte.
Cebarme un mate y hamacar
mi tímido deseo en tus palabras.
Revolución de mayo
Primero el pulso
la urgencia
la puerta cerrada.
El arrebato como un juego de niños.
Después tus ojos y tu boca
me enseñaron los cielos de Tilcara.
Rondó la muerte
y el miedo
se mezcló con la mañana
y los besos con gusto a té.
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