sábado, 14 de noviembre de 2020

Talcahuano desde el balcón

Pasa una mujer embarazada con una botella de cerveza en la mano.

Se para de frente al cartel que muestra a otra mujer con el puño en alto y proclamando: ¡Aborto legal, ya!

La mujer embarazada repite en voz alta: Aborto legal, ya.

Sigue caminando y dice: Estoy tan cansada...

Levanta la botella de cerveza y grita: ¡Te voy a comprar esta mierda... ya!


Cerrado por derribo

A veces los finales caen todos juntos como bombas.
Pensaba el domingo de la semana pasada (8/11) en todas las cosas que se terminan con este (casi) final de 2020 malherido:
La revista que viene resistiendo desde hace años (que amo con locura y con pasión).
Este querido lugar en donde trabajo (trabajaba) desde hace cinco (¿o seis?) años.
Y con este lugar, el final de la Petite Librairie (esta pequeña librería, puertas adentro, que inventamos).
Y pedía por favor (por favor) que no se termine nada más.
Y se me vino a la mente esa canción de Sabina que dice: cuando al punto final de los finales, no le siguen dos puntos suspensivos. 
Y se me ocurrió buscar la letra, y hablaba de amor. 
Y rogué que no... que no se termine el amor.
Y me fui a dormir diciendo te quiero (y sintiendo te amo).

Y me desperté (el lunes de madrugada, con un cachetazo más de realidad) llorando.

Y se me vino a la mente otra vez la canción de Sabina:

Por las arrugas de mi voz
se filtra la desolación
de saber que estos son
los últimos versos que te escribo.
Para decir "condios" a los dos nos sobran
los motivos.

Pero no quiero, no.