Esta mañana la vi cruzar el portón como todos
los días y sin embargo no era la misma.
O era yo, que la miraba por primera vez con estos ojos.
La vi llegar hasta la vereda y
cruzar la calle, distraída.
Como todos esos otros días en los que había brillado su inexistencia.
La vi cruzar esta callecita de tierra, tan lejos del mundo.
La vi como otras mañanas, con su vestido naranja de algodón.
Ese que, ahora sabía yo, le sentaba tan bien.
6 comentarios:
Es que cuando ya sabes, miras con otros ojos.
Y cuando miras y ves se acaba la inexistencia.
Guille: Creo que se trata, simplemente, de abrir los ojos. Los mismos ojos.
Pienso en esas cosas que miramos todos los días sin ver.
Y sí, cuando mirás y ves se acaba la inexistencia.
Miramos y miramos y miramos... y no vemos nada.
Besos ciegos.
Hasta que miramos y vemos.
Aunque lo de los besos ciegos no suena mal, eh
Besos, Toro..
ya lo decía el principito, "lo esencial..."
por suerte a veces logramos esos momentos de iluminación...
abrazo
Por suerte sí, f, aunque sea un chispazo.
Abrazo
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